domingo, 16 de agosto de 2009

Encantada...

El día miércoles me voy a sacar la cédula con un amigo a Plaza Caracas. Las cosas no marchaban tan mal: Aunque había burda'e cola, ésta se puede bien llevar cuando te alquilan sillas a 2Bs.F, te venden gelatina, juvita, platanitos, chupi-chupi y de más... Comenzó a llover: no es motivo para molestarse o largarse, pues también anda la señora de "lleve su paraguas, paraguas, paraguas". Sin real, nos hemos refugiado frente a la tienda "lleve los bolsos al mismo precio del año pasado, aproveche la oferta, al mismo precio" y así pasamos la tempestad. Al llegar nuestro turno: comienza el chiste. Lo primero que me sorprendió es que, para tomar la foto, no me mandaran a quitar los piercings (tuve problemas hace cinco años por la misma cuestión, porque es un documento de identidad, en fin...). Todo un proceso para que imprimieran el papelito con mi nombre (puesto que no están en el mismo orden con el cual sacan las fotos), hasta que ¡ya! "Firme aquí". En el proceso, algo pasó con la máquina que imprime los papeles desprendibles: la hoja no se podía cortar ¿Solución? ¿Tijeras? Nada... Doblar, salivita y rasgar. Quedé entre enamorada y entumecida: enamorada por la capacidad de resolver problemas tan peculiar del venezolano; entumecida porque ok... A babear cédulas!!! Para terminar, las fotos son de extraterrestres. ¿Por qué? Salimos verdes. Sabemos que la cosa anda mal, pero es (como tanto lo recalcaban) un documento de identidad ¿No debería, a lo sumo, distinguirse el rostro? Pues parece que no... Cuatro horas de colita, sol, lluvia, reggaetón de esquina y lleve 3 que está barato, para terminar con la identidad de un marciano metida en el bolsillo: Pero OJO....!!! Feliz con mi papel mal-cortado, mal-doblado, mal-plastificado...!

Eso sí, hay que reconocer que el operativo funciona, que los panas están ahí pegados de 8:00 am a 12:00m y de 1:30 a 4:00 pm

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